Seísmo social en Haití.
Obvio.
natural
cuando la supervivencia del pueblo es
algo que puede esperar
hasta 2012,
recoger billetes de poder
para acallar nuestros egos inflados,
pudriéndonos y secándonos
como estatuas de sal.
Billtes de los que nuestras excelencias,
líderes, por nuestra conveniencia
inyectaron a kilos en bancos y cajas
para evitar verlos caer
y con ellos,
la pirámide de la inconciencia y el poder.
Y así ver el fruto de este, nuestro sistema,
desnudo,
sorprendido y ofendido
de su propia desnudez,
fragilidad...
vírico
discreto
brutal
secretos
real
cínico.
Sufrimento original
de separación con la unidad
y el amor en su esencia dual
mal curado, y muy dolido.
Herida que infecta nuestras vidas
y alimenta a la planta de nuestro ego
como si fuese una planta carnívora
volviéndose destructivo y fatal.
Cuando la compasiión merece ser comprada
ahí no hay corazón
ni un ser humano real.
La humanidad no se vende a plazos.
Para llorar a los muertos, no hay mastercard.
Y respeto y ética menos
cuando en la sociedad del capital,
neofeudalismo laboral,
el más jodido
es el que no es feliz en la lucha del ideal
burgués
también a pequeña escala.
Es conservador
y la única opción es
repetir la misma forma
que dibuja nuestro propio paredón:
fundar familia y cerrarse
acumular hasta asfixiarse
y morir de estrés por infarto o derrame cerebral.
¡Viva el progreso y la modernidad!
El biodiesel, los transgenicos,
el gran hermano y las pop stars,
el consumismo hasta el desangre
y la hipoteca transgeneracional,
el fútbol como mito
de la gran frustración global
y la batalla de nuestra felicidad que solo a base de dietas
antidepresivos
y hoteles para marqueses
nos mantienen en un sueño submergido
estupido y pasivo
Estando más muertos que vivos.
No hay más culpables
que los conscientes y negligentes
pero TODOS somos responsables
y cobardes
y sumisos
si aceptamos vendernos a cualquier precio
por una ilusión de nuestros manipulados deseos.
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